10 cuentos cortos para leer con niños y educarles en valores
Cuentos cortos para leer con tus hijos y educarles en valores
La lectura es un hábito que debería acompañarnos a lo largo de toda nuestra vida. Es por ello importante que los padres leamos a nuestros hijos si éstos todavía no saben leer y que acerquemos lecturas a los que se inician en este apasionante mundo. Para ayudarte a fomentar el gusto y el placer por los libros y las historias desde la más tierna infancia, te acercamos 10 cuentos cortos para leer con los niños y educarles en valores.
Te invitamos a leer con tus hijs estas lecturas fáciles y cortas de las que se puede extraer una enseñanza o moraleja que puede ayudarles. De esta forma, estaremos creando pequeños lectores, mientras les educamos para ser mejores personas.
Índice
1. 1. Cuentos cortos con valores: la liebre y la tortuga2. 2. La gallina de los huevos de oro, cuentos cortos infantiles
3. 3. Cuento corto sobre las madres y los hijos: El ángel de los niños
4. 4. Cuento corto con moraleja: El león y el ratón
5. 5. El rey Midas. Cuento corto para educar en valores
6. 6. El hombre que nunca mintió. Cuento corto africano
7. 7. Cuento corto con moraleja: el caballo y el asno
8. 8. La gallinita colorada. Relatos cortos para niños
9. 9. Cuento infantil corto: Los tres perezosos
10. 10. Cuento con moraleja: la zorra y las uvas
1. Cuentos cortos con valores: la liebre y la tortuga
En el mundo de los animales vivía una liebre muy orgullosa, porque ante todos decía que era la más veloz y constantemente se reía de la lenta tortuga.
Un día, a la tortuga se le ocurrió hacerle una rara apuesta a la liebre.
- Estoy segura de poder ganarte una carrera - le dijo.
- ¿A mí? -preguntó, asombrada, la liebre.
- Pues sí, a ti. Pongamos nuestra apuesta en aquella piedra y veamos quién gana la carrera.
La liebre, muy divertida y confiada de su victoria, aceptó y todos los animales se reunieron para presenciar el reto. ¡Comienza la carrera!
Con ese aire de superioridad que tenía, la liebre dejó partir a la tortuga y se quedó remoloneando. ¡Vaya si le sobraba el tiempo para ganarle a tan lerda criatura!
Luego, empezó a correr, corría veloz como el viento mientras la tortuga iba despacio, pero, eso sí, sin parar. Enseguida, la liebre se adelantó tanto que decidió detenerse junto al camino y descansar y ahí se quedó dormida. Mientras tanto, pasito a pasito, y tan ligero como pudo, la tortuga siguió su camino hasta llegar a la meta.
Cuando la liebre se despertó y se percató de lo que ocurría, corrió con todas sus fuerzas pero ya era demasiado tarde, la tortuga había ganado la carrera.
Aquel día fue muy triste para la liebre y aprendió una lección que no olvidaría jamás: No hay que burlarse jamás de los demás.
2. La gallina de los huevos de oro, cuentos cortos infantiles
Érase un labrador tan pobre, tan pobre, que ni siquiera poseía una vaca. Un día, trabajando en el campo y lamentándose de su suerte, apareció un enanito que le dijo:
- Buen hombre, he oído tus lamentaciones y voy a hacer que tu fortuna cambie. Toma esta gallina, es tan maravillosa que todos los días pone un huevo de oro.
El enanito desapareció sin más ni más y el labrador llevó la gallina a su corral.
Al día siguiente, ¡oh sorpresa!, encontró un huevo de oro. Lo puso en una cestita y se fue con ella a la ciudad, donde vendió el huevo por un alto precio. Al día siguiente, loco de alegría, encontró otro huevo de oro.
¡Por fin la fortuna había entrado a su casa! Todos los días tenía un nuevo huevo. Fue así que poco a poco, con el producto de la venta de los huevos, fue convirtiéndose en el hombre más rico de la comarca.
Sin embargo, una insensata avaricia hizo presa su corazón y pensó:
- ¿Por qué esperar a que cada día la gallina ponga un huevo? Mejor la mato y descubriré la mina de oro que lleva dentro.
Y así lo hizo, pero en el interior de la gallina no encontró ninguna mina.
A causa de la avaricia tan desmedida que tuvo, este bobo aldeano malogró la fortuna que tenía.
3. Cuento corto sobre las madres y los hijos: El ángel de los niños
Cuenta una leyenda que a un angelito que estaba en el cielo, le tocó su turno de nacer como niño y le dijo un día a Dios:
- Me dicen que me vas a enviar mañana a la tierra. ¿Pero, cómo vivir? tan pequeño e indefenso como soy...
- Entre muchos ángeles escogí uno para ti, que te esta esperando en la Tierra y que te cuidara.
- Pero dime, aquí en el cielo no hago más que cantar y sonreír, eso basta para ser feliz.
- Tu ángel te cantará, te sonreirá todos los días y tu sentirás su amor y serás feliz.
- ¿Y como entender lo que la gente me hable, si no conozco el extraño idioma que hablan los hombres?
- Tu ángel te dirá las palabras mas dulces y más tiernas que puedas escuchar y con mucha paciencia y con cariño te enseñará a hablar.
- He oído que en la tierra hay hombres malos. ¿Quién me defenderá?
- Tu ángel te defenderá mas aún a costa de su propia vida.
En ese instante, una gran paz reinaba en el cielo pero ya se oían voces terrestres, y el niño presuroso repetía con lágrimas en sus ojitos sollozando...
- ¡¡Dios mío, si ya me voy dime su nombre!!. ¿Cómo se llama mi ángel?
- Su nombre no importa, tu le dirás : MAMÁ.
4. Cuento corto con moraleja: El león y el ratón
Érase una vez, un ratón que iba caminando muy distraído cuando, sin darse cuenta, se encaramó por el lomo de un león que andaba echándose la siesta. El león, que comenzó a notar unas leves cosquillas, se rascó pero... al pasar la zarpa por su lomo, notó algo extraño:
- Pero, ¿qué es esto? - dijo sorprendido atrapando al pequeño ratón entre sus garras y acercándoselo a la cara. - ¡Mmmmm, qué suerte tengo, la comida viene a mi hoy!
Pero cuando iba a abrir sus fauces para comerse al pequeño ratón, el pequeño animal que sorprendido y aterrado comenzo a temblar, se atrevió a decir:
- Señor león, no sabía que estaba sober usted, tiene que perdonarme. Sálveme la vida y quizás, algún día, pueda yo salvar la tuya.
El león, al escuchar aquella vocecilla no pudo por menos que echarse a reír.
- ¡Qué ocurrencia! ¿Cómo tú, un insignificante y pequeño ratón va a salvarme a mi, el más grande de todos los animales, el rey?- sentenció. Sin embargo, no se puede dudar de que eres gracioso y demasiado pequeño para que el bocado me sepa a algo. Te dejaré ir.
Pasaron los días, las semanas y los meses y, un buen día el ratón comenzó a escuchar unos fuertes aullidos. Se encontró al león, atrapado en una red que los hombres habían puesto para cazarlo.
- Señor león, hace un tiempo usted me salvó la vida. Hoy, yo salvaré la suya.
El ratoncito, comenzó a roer las cuerdas que aprisionaban al león y, en unos instantes, pudo zafarse de las redes y escapar de la trampa.
Mientras se alejaban, el león agradecido le dijo al ratón:
- Nunca pensé que alguien tan pequeño y tan insignificante como tú, pudiera alguna vez salvarme la vida como lo has hecho hoy.
5. El rey Midas. Cuento corto para educar en valores
Había una vez un rey muy bueno que se llamaba Midas. Sólo que tenía un defecto: quería tener para él todo el oro del mundo.
Un día el rey midas le hizo un favor a un dios. El dios le dijo:
- Lo que me pidas, te concederé.
- Quiero que se convierta en oro todo lo que toque - dijo Midas.
- ¡Qué deseo más tonto, Midas! Eso puede traerte problemas, Piénsalo, Midas, piénsalo.
- Eso es lo único que quiero.
- Así sea, pues - dijo el dios.
Y fueron convirtiéndose en oro los vestidos que llevaba Midas, una rama que tocó, las puertas de su casa. Hasta el perro que salió a saludarlo se convirtió en una estatua de oro.
Y Midas comenzó a preocuparse. Lo más grave fue que cuando quiso comer, todos los alimentos se volvieron de oro. Entonces Midas no aguantó más. Salió corriendo espantado en busca del dios.
- Te lo dije, Midas - dijo el dios-, te lo dije. Pero ahora no puedo librarte del don que te di. Ve al río y métete al agua. Si al salir del río no eres libre, ya no tendrás remedio.
Midas corrió hasta el río y se hundió en sus aguas. Así estuvo un buen rato. Luego salió con bastante miedo. Las ramas del árbol que tocó adrede, siguieron verdes y frescas.
¡Midas era libre! Desde entonces el rey vivió en una choza que él mismo construyó en el bosque. Y ahí murió tranquilo como el campesino más humilde.
Leer +: El cuento del rey Mida en inglés
6. El hombre que nunca mintió. Cuento corto africano
Érase una vez un hombre muy sabio llamado Mamad. Este hombre era diferente a los demás, Mamad nunca había mentido. Todas las personas de la tierra, incluso aquellas que vivían a veinte días de distancia, sabían de él. Era admirado y venerado por todos
Un buen día, el rey de un lejano reino africano se enteró de la existencia de Mamad y ordenó a sus súbditos que lo llevaran al palacio. El hombre sabió entro al gran salón de palacio y se presentó ante el rey, quien le preguntó:
- Mamad, ¿es verdad que nunca has mentido?
- Sí, lo que cuentan es verdad, nunca he mentido.
- Está bien, es posible que digas la verdad, ¡pero ten cuidado! La mentira es astuta y te llega a la lengua fácilmente, sentenció el rey no muy convencido de que Mamad no dijera una mentira en toda su vida.
Pasaron varios días y el rey volvió a llamar a Mamad. Cuando llegó, el rey estaba a punto de ir a cazar y sostenía a su caballo por la melena, su pie izquierdo ya estaba en el estribo pero, antes de montar miró a Mamad y le ordenó:
- Ve a mi palacio de verano y dile a la reina que estaré con ella para almorzar. Dile que prepare una gran fiesta. Entonces almorzarás con nosotros.
Mamad se inclinó y fue a ver a la reina para transmitirle el mensaje del rey, pero éste que era astuto y le gustaba ponera prueba a las personas, se rió y dijo al resto de súbditos que le acompañaban:
- No iremos a cazar, así Mamad irá a la reina y le contará un cuento, será su primera mentira,- dijo dando grandes risotadas,- Mañana nos reiremos mucho de él cuando se dé cuenta que no dijo la verdad.
Pero el sabio Mamad, que era mucho más astuto que el rey fue al palacio y dijo:
- Tal vez deberías preparar una gran fiesta para el almuerzo de mañana, y tal vez no deberías. Tal vez el rey vendrá al mediodía, y tal vez no lo hará.
- Dime, ¿vendrá o no? - preguntó la reina contrariada.
- No sé si el rey puso su pie derecho en el otro estribo cuando me fui o bajó al suelo su pie izquierdo y descabalgó, contestó satisfecho Mamad.
Al día siguiente, todos esperaban al rey. Cuanto entró al salón donde estaba la reina, le dijo orgulloso de haber sido el hombre que lograra hacer mentir al sabio Mamad:
- Mi reina, el sabio Mamad, ese hombre que nunca miente, te mintió ayer.
Pero la reina le dijo, palabra por palabra, lo que Mamad le había dicho. En ese momento, el rey se dio cuenta de que era cierto, aquel hombre tan sabio y conocido en todos los rincones nunca mentía.
- Mamad solo dice lo que ve con sus propios ojos, dijo muy pensativo.
7. Cuento corto con moraleja: el caballo y el asno
Un hombre tenía un caballo y un asno. Un día que ambos iban camino a la ciudad, el asno, sintiéndose cansado, le dijo al caballo:
- Toma una parte de mi carga si te interesa mi vida.
El caballo haciéndose el sordo no dijo nada y el asno cayó víctima de la fatiga, y murió allí mismo.
Entonces el dueño echó toda la carga encima del caballo, incluso la piel del asno. Y el caballo, suspirando dijo:
- ¡Qué mala suerte tengo! ¡Por no haber querido cargar con un ligero fardo ahora tengo que cargar con todo, y hasta con la piel del asno encima!
Cada vez que no tiendes tu mano para ayudar a tu prójimo que honestamente te lo pide, sin que lo notes en ese momento, en realidad te estás perjudicando a ti mismo.
8. La gallinita colorada. Relatos cortos para niños
Había una vez, una gallinita colorada que encontró un grano de trigo.
-Quién sembrará este trigo?, preguntó.
- Yo no, dijo el cerdo.
- Yo no, dijo el gato.
- Yo no, dijo el perro.
- Yo no, dijo el pavo.
- Pues entonces, dijo la gallinita colorada, lo haré yo. Clo-clo!
Y ella sembró el granito de trigo. Muy pronto el trigo empezó a crecer asomando por encima de la tierra. Sobre él brilló el sol y cayó la lluvia, y el trigo siguió creciendo y creciendo hasta que estuvo muy alto y maduro.
- ¿Quién cortará este trigo?, preguntó la gallinita.
- Yo no, dijo el cerdo.
- Yo no, dijo el gato.
- Yo no, dijo el perro.
- Yo no, dijo el pavo.
- Pues entonces, dijo la gallinita colorada, lo haré yo. Clo-clo!
Y ella cortó el trigo.
-¿Quién trillará este trigo?, dijo la gallinita.
- Yo no, dijo el cerdo.
- Yo no, dijo el gato.
- Yo no, dijo el perro.
- Yo no, dijo el pavo.
- Pues entonces, dijo la gallinita colorada, lo haré yo. Clo-clo!
Y ella trilló el trigo.
- ¿Quién llevará este trigo al molino para que lo conviertan en harina?, preguntó la gallinita.
- Yo no, dijo el cerdo.
- Yo no, dijo el gato.
- Yo no, dijo el perro.
- Yo no, dijo el pavo.
- Pues entonces, dijo la gallinita colorada, lo haré yo. Clo-clo!
Y ella llevó el trigo al molino y muy pronto volvió con una bolsa de harina.
- ¿Quién amasará esta harina?, preguntó la gallinita.
- Yo no, dijo el cerdo.
- Yo no, dijo el gato.
- Yo no, dijo el perro.
- Yo no, dijo el pavo.
- Pues entonces, dijo la gallinita colorada, lo haré yo. Clo-clo!
Y ella amasó la harina y horneó un rico pan.
- ¿Quién comerá este pan?, preguntó la gallinita.
- ¡Yo!, dijo el cerdo.
- ¡Yo!, dijo el gato.
- ¡Yo!, dijo el perro.
- ¡Yo!, dijo el pavo.
- Pues no, dijo la gallinita colorada. Lo comeré YO. Clo- clo!.
Y se comió el pan con sus pollitos.
Ver: dibujo de una gallina con sus polluelos para colorear
9. Cuento infantil corto: Los tres perezosos
Érase una vez un padre que tenía tres hijos muy perezosos. Se puso enfermo y mandó llamar al notario para hacer testamento:
- Señor notario -le dijo- lo único que tengo es un burro y quisiera que fuera para el más perezoso de mis hijos.
Al poco tiempo el hombre murió y el notario los mandó llamar para leerles el testamento y a continuación les explicó:
- Ahora tengo que saber cual de los tres es el más perezoso.
Y dirigiéndose al hermano mayor le dijo:
- Empieza tú a darme pruebas de tu pereza.
- Yo, -contestó el mayor- no tengo ganas de contar nada.
- ¡Habla y rápido! si no quieres que te meta en la cárcel.
- Una vez -explicó el mayor- se me metió una brasa ardiendo dentro del zapato y aunque me estaba quemando me dio mucha pereza moverme, menos mal que unos amigos se dieron cuenta y la apagaron.
- Sí que eres perezoso -dijo el notario- yo habría dejado que te quemaras para saber cuánto tiempo aguantabas la brasa dentro del zapato.
A continuación se volvió al segundo hermano:
- Es tu turno cuéntanos algo.
- ¿A mí también me meterá en la cárcel si no hablo?
- Puedes estar seguro.
- Una vez me caí al mar y, aunque sé nadar, me entró tal pereza que no tenía ganas de mover los brazos ni las piernas. Menos mal que un barco de pescadores me recogió cuando ya estaba a punto de ahogarme.
- Otro perezoso -dijo el notario- yo te habría dejado en el agua hasta que hubieras hecho algún esfuerzo para salvarte.
Por último se dirigió al más pequeño de los tres hermanos:
- Te toca hablar, a ver qué pruebas nos das de tu pereza.
- Señor notario, a mí lléveme a la cárcel y quédese con el burro porque yo no tengo ninguna gana de hablar.
Y exclamó el notario:
- Para tí es el burro porque no hay duda que tú eres el más perezoso de los tres.
10. Cuento con moraleja: la zorra y las uvas
Un día, una zorra vio un hermoso racimo de uvas maduras que colgaban de una enredadera. Las uvas parecían a punto de estallar de jugo, y a la zorra se le hizo la boca agua.
El racimo colgaba de una rama alta y la zorra tuvo que saltar por él. La primera vez que saltó quedó todavía muy lejos. Así que se alejó y dio un salto corriendo, solo para quedarse corta una vez más. Una y otra vez lo intentó, pero en vano.
Ahora se sentó y miró las uvas con disgusto.
- Qué tontoa soy, dijo. Aquí me estoy agotando por conseguir un racimo de uvas amargas por las que no vale la pena quedarse boquiabierto.
Y se alejó caminando con una mirada de desprecio.
Moraleja: Son muchos los que fingen despreciar y menospreciar lo que está fuera de su alcance.
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27 oct 2023 22:11 Leonardo ZAHIR CAMARILLO CASTRO
Que son maravillosos los cuentos y tienen una moraleja que nos enseña algo bueno para la vida
08 jun 2021 02:19 Saray Salome Perez Aariza
muy buena pagina