La poesía, la música de las palabras
El ser humano encontró en la poesía una forma de transmisión de su cultura y sentimientos
Cuando los bebés se están durmiendo, cierran sus ojos y se dejan llevar por la ensoñación, recuerdan las sensaciones agradables, y estos recuerdos los hacen sonreír, entran en un estado cada vez más profundo, cada vez más placentero, se van abandonando en la paz reparadora del sueño, con la protección cálida y afectiva del abrazo y la voz de alguno de sus progenitores entonando la música suave de una nana, que acaricia sus oídos y llega a su espíritu colmándole de bienes. Es el arrullo de la palabra y de la música, es la magia de la poesía.
No es solamente un decir o un cantar, es un hacer, es un acto íntimo y maravilloso entre padres e hijos, que todo ser humano debiera de dar y recibir. Y es que los padres debemos acercar a nuestros hijos al lenguaje poético desde la más tierna infancia: los beneficios son innumerables.
La poesía es un lenguaje básico en los niños
La poesía es un lenguaje básico en el niños, los hace crecer por dentro, es una fuente inagotable que favorece la sensibilidad, los sentimientos, la creatividad, ayuda a comprender situaciones, les enseña a descubrir la pasión por cada cosa, aflora emociones, les hace percibir la belleza y hacerla suya. La poesía lleva a los niños/as de la mano, hasta el corazón de las palabras, en perfecta armonía con el ritmo y la melodía. La poesía es un juego amoroso con la vida y con el alma, con la inteligencia y la pasión, donde las palabras se elevan y encuentran su auténtica esencia.
El ser humano encontró en la poesía, primero oral, después escrita, una importante forma de transmisión de su historia, su cultura y sus sentimientos. Elevó a arte la música de las palabras, la belleza estética y espiritual, encontró la forma más elevada del lenguaje. La poesía favorece la capacidad de memorizar y, por supuesto, de una mejor dicción, expresión, riqueza de lenguaje y un mayor conocimiento de la vida. Primero con nanas y retahílas, con canciones y juegos populares, con poemas sencillos llenos de ritmo y colorido. Más tarde, podremos incluir el recitado de romances y canciones de corro, e ir paulatinamente seleccionando poesías de poetas clásicos y contemporáneos, adecuados a su edad.
Nos sorprenderemos de lo receptivos que son nuestros hijos/as a la poesía, del encantamiento mágico y divertimento que les producen los versos, que pronto aprenderán a memorizar y a recitar en voz alta. A partir de los cuatro o cinco años, podemos invitarlos a dibujar lo que les sugiera un poema, a dramatizarlo y a comenzar a crear sus propias poesías. Debemos enseñar a nuestros hijos a amar la poesía, a jugar con las palabras y la música que nace de ellas, a descubrir ese manantial de palabras vivas, que nos va a ayudar a formarlos como parte integral de su educación.
Carmen Martín Anguita.
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